EL MÉTODO CIENTÍFICO Y LA NUEVA FILOSOFÍA DE LA CIENCIA
Resumen: La ciencia constituye un bien en sí misma, como sistema de ideas establecidas provisionalmente y como actividad productora de nuevas ideas. La ciencia crece a partir del conocimiento común. El sentido común no puede juzgar el contenido de la ciencia, porque ésta elabora sus propios cánones. Falsación, paradigma, son conceptos que han marcado el historicismo científico de buena parte del siglo veinte. Los caminos de la filosofía de la ciencia a lo largo del siglo 20, tras el giro lingüístico que la filosofía dio en los primeros años de esta centuria, llegan hasta la orientación historicista de la ciencia, para cuyos defensores más extremos habría que proceder a una desconstrucción que despejara las verdaderas razones de uno u otro paradigma. El método científico y la capacidad de la razón nos permiten seguir avanzando en busca de la verdad y la creación de modelos para aumentar nuestro conocimiento científico del mundo.
INTRODUCCIÓN
Quienes no estén familiarizados con los caminos últimos de la filosofía de la ciencia
se sorprenderán quizás de oír que lo propio de la ciencia no es su verificación definitiva,
sino más bien su falsabilidad. Pero hace ya muchas décadas que un Popper que polemizó
con los miembros del célebre Círculo de Viena dejó claro que la demarcación de la
ciencia frente a lo que no lo es, frente a lo irracional, consiste precisamente en esa posibilidad de que ésta fuese falsada.
Frente a las fracasadas y prácticamente abandonadas
pretensiones de los vieneses, el desaparecido filósofo mantenía que una verificación
definitiva resultaba imposible como método para certificar un enunciado, mientras que
bastaba encontrar un solo caso en que éste resultaba falsado para desecharlo. La ciencia
constituye un bien en sí misma, como sistema de ideas establecidas provisionalmente (el
conocimiento científico, cuyo contenido siempre ha de pode ser sometido a revisión) y
como actividad productora de nuevas ideas (investigación científica).
De otra parte: hay conocimientos científicos que con el tiempo se convierten en saber
común, en algo perteneciente al sentido común, lo que etimológicamente equivale a
sentir de la misma manera que los otros, a sentir con los otros, que trasladado al ámbito
del conocimiento significa conocer acerca de algo de igual manera que conocen los
otros. Como afirma Bunge 1, “la ciencia, en resolución, crece a partir del conocimiento
común y le rebasa con su crecimiento”. El sentido común no puede juzgar el contenido
de la ciencia, puesto que ésta elabora sus propios cánones.
Sin embargo, el conocimiento ordinario, a pesar de que anteriormente se haya citado
como una de sus peculiaridades su carácter acrítico, no siempre actúa del mismo modo.
Una parte de este conocimiento ordinario, lo que suele llamarse sano sentido común o
buen sentido es lo que confiere una relación de continuidad entre este conocimiento
ordinario y la ciencia; por tanto, al igual que ésta, es racional y objetivo, y ambos tipos
de conocimiento (el sentido común y el conocimiento científico), por cuanto son críticos
y aspiran a la coherencia, intentan adaptarse a los hechos y no a caer en especulaciones
incontroladas.
Pongamos un ejemplo: hoy, que vivimos bajo un sistema heliocéntrico, todos ‘sabemos’
que es la tierra la que gira alrededor del sol, y no al revés. Sin embargo, si nos
situáramos dentro de las estrictas reglas de lo que significa ‘saber’ en sentido científico,
muy pocos saben que eso es así. Saber científicamente eso que todos, de manera común,
damos por sabido, exige una alta especialización, años de trabajo, dominio de las matemáticas
y de una serie de técnicas al alcance de pocos; ni siquiera cada científico parte
de cero para recorrer el camino que los viejos científicos renacentistas siguieron para
producir lo que hoy conocemos como ‘revolución copernicana’. Simplemente, aceptamos
comúnmente que ello es así, mientras que los especialistas parten de ese y otros
saberes acumulados para falsar parte o la totalidad de la teoría vigente durante un tiempo.
Y dicho esto nos situamos en otro emblema de la